C.L. / ReL .-
22 septiembre 2018 .-
Joseph Ratzinger, en una época en la que, antes incluso de ser obispo, oteó los males que aquejaban a la Iglesia y propuso seguir amándola en medio de ellos.
Hace escasas fechas, George Weigel, biógrafo de San Juan Pablo II, se refería a 2018 como un annus horribilis católico. El contexto es conocido: la renuncia en pleno del episcopado chileno, el caso del cardenal Theodore McCarrick, el informe del gran jurado de Pensilvania o el que empieza a conocerse en Alemania, el terremoto originado por el testimonio del arzobispo Carlo Maria Viganò y las enfrentadas reacciones subsiguientes, o el inicio inminente de un sínodo sobre los jóvenes cuyo punto de partida inquieta no menos al mismo Weigel que al arzobispo de Filadelfia, Charles Chaput. Seguir leyendo …